Los grandes futbolistas suelen estar en boca de todos. Principalmente por sus virtudes, únicas y dignas que los enaltecen aún más. El caso de George Best, claro está, siguió esa línea, pero se cruzó con un problema: el alcohol. Si bien su carrera siempre fue destacada por el espectáculo que brindaba en cada partido, hubo motivos extra deportivos que también generaron repercusión. Incluso, y pese a esto, se dijo que Pelé lo nombró como el mejor jugador que había visto.
Una buena pregunta, haciendo hincapié en su carrera profesional, hubiese sido: “¿Y qué habría pasado si...? Tal reflexión, acompañada de su turbulenta vida, puede ofrecer más de una hipótesis. Es que, ¿Cómo habría continuado el talento que se marchó del United, y del fútbol, con tan sólo 27 años? Varias son las incertidumbres, pocas las respuestas certeras. El hecho de que se haya hecho famoso tanto por sus deslumbrantes actuaciones como por sus excesos fuera del campo, podría simplificar algunas cuestiones.
Años mas tarde, el jugador disparó: “Nací con un gran talento y, a veces, eso viene acompañado de una vena destructiva. De la misma forma en que quería pasar por encima a cualquiera que se me colocara por delante cuando jugaba, tenía que superar a quien se me pusiera delante cuando salía a divertirme por ahí”. Más allá de eso, cabe destacar que, tiempo antes de que se convirtiera en el primer futbolista en ocupar las tapas de las revistas (lo que lo catalogó como “el quinto Beatle”), el primer amor de Best fue el fútbol.
De hecho, cuando era joven, se caracterizó por portar un carácter enfermizo en relación con el fútbol. No era disparatado verlo jugar con un botín en su pie derecho y un zapato en su izquierdo. El motivo, claro está, era mejorar la destreza. Y así fue como la práctica lo perfeccionó. Bob Bishop, un eterno ojeador del Manchester United, cuando lo vio quedó anonadado. Fue en un partido entre juveniles, donde la figura de Best lo deslumbró. A tal punto de que llamó al entrenador Matt Busby para dejarle un mensaje claro y conciso: “Te encontré un genio”
Arribó al United en 1961 y, dos años más tarde, debutó ante West Bromwich Albion tras cumplir 17 años. Talento innato y estilo eran las palabras que lo describían en diarios y anuncios de Inglaterra. Las que también fueron de la mano junto con Best durante toda su carrera. Con Bobby Charlton y Denis Law, conformó un tridente ofensivo que le permitió al Manchester hegemonizar Europa. El momento culmine fue en 1968 cuando obtuvo la Champions League y, a su vez, el Balón de Oro.
Lamentablemente, esa posición distinguida y liderazgo obtenido lo llevaron a protagonizar el principio de su fin. Se sumergió en el mundo de los negocios, abriendo clubes nocturnos y tiendas de moda, lo que lo llevó a su lado más oculto: la bebida. El detonante fue una recaída con Tommy Docherty como entrenador. A sus 27 años, Best se retiró del fútbol.
“George era único, el mayor talento que nuestro fútbol generó. En Old Trafford consideran que tenía unos tobillos extraordinariamente flexibles. ¿Recuerdan cómo era capaz de hacer esos giros de 180 grados, esas medias vueltas, simplemente girándo sobre sus tobillos? Además de causar dolores de cabeza a los defensores, eso le servía para evitar las lesiones, porque nunca estaba quieto como para que los contrarios le hiciesen daño”, explicó Ferguson.